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¿Qué queda de nuestra foto de la fiesta de graduación?

Uno a uno nos fuimos borrando, uno a uno fuimos desapareciendo de esa imagen.

Ya casi no hay ninguno con vida: como si algo nos persiguiera, algo nos odiara, algo nos acechara.

¿Quién es? ¿Por qué lo hace?

Poco importa ahora: ya está aquí.

Seis meses después de la muerte de Hugo −ocurrida apenas unos días antes de la reunión anual−, los compañeros de la escuela J. Chambary deciden que el tiempo de duelo ha pasado y resuelven juntarse de todos modos para concretar la reunión.

Se encuentran, entonces, en la casa de campo de Felipe, quien suele oficiar de anfitrión, durante un fin de semana en el que se extienden las confesiones, los reproches, las bromas como si todavía tuvieran diecisiete años. Son un grupo heterogéneo. Una modelo, la hija de una familia de millonarios, un rugbier, un médico y dos invitados inesperados: Santiago, que siempre había rechazado asistir a las reuniones, y Benjamín, que no se sabe quién lo invitó.

Entre las risas, las historias de terror inventadas; la ausencia de Hugo, el líder del grupo, sobrevuela la cena. Al día siguiente, uno de ellos aparece muerto. Luego otro, y otro, y otro. Encerrados en esa casa en medio del campo, un meticuloso asesino los acecha, les deja pistas incomprensibles, los lleva a su terreno y a jugar su juego. Nadie es lo que parece; todos sospechan de todos.

Con una trama de misterio que se asemeja a la mejor tradición del cine de terror de los ‘80, Lucas Porzebny ha escrito una novela fascinante, una pieza de relojería que va desde la alquimia al gore.

Aula perdida - Lucas Porzebny -

$31.780,00
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Ya casi no hay ninguno con vida: como si algo nos persiguiera, algo nos odiara, algo nos acechara.

¿Quién es? ¿Por qué lo hace?

Poco importa ahora: ya está aquí.

Seis meses después de la muerte de Hugo −ocurrida apenas unos días antes de la reunión anual−, los compañeros de la escuela J. Chambary deciden que el tiempo de duelo ha pasado y resuelven juntarse de todos modos para concretar la reunión.

Se encuentran, entonces, en la casa de campo de Felipe, quien suele oficiar de anfitrión, durante un fin de semana en el que se extienden las confesiones, los reproches, las bromas como si todavía tuvieran diecisiete años. Son un grupo heterogéneo. Una modelo, la hija de una familia de millonarios, un rugbier, un médico y dos invitados inesperados: Santiago, que siempre había rechazado asistir a las reuniones, y Benjamín, que no se sabe quién lo invitó.

Entre las risas, las historias de terror inventadas; la ausencia de Hugo, el líder del grupo, sobrevuela la cena. Al día siguiente, uno de ellos aparece muerto. Luego otro, y otro, y otro. Encerrados en esa casa en medio del campo, un meticuloso asesino los acecha, les deja pistas incomprensibles, los lleva a su terreno y a jugar su juego. Nadie es lo que parece; todos sospechan de todos.

Con una trama de misterio que se asemeja a la mejor tradición del cine de terror de los ‘80, Lucas Porzebny ha escrito una novela fascinante, una pieza de relojería que va desde la alquimia al gore.